¿Cómo llegaron a Alemania las máscaras sagradas de los kogui?
Estaban expuestas en el Museo Etnológico de Berlín
Este viernes la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano devolvió al país dos máscaras sagradas de la cultura kogui durante la visita del Presidente Gustavo Petro a Alemania.
Pero, ¿cómo llegaron estas máscaras sagradas a Alemania?
Los Koguis (significa ‘gente’ en idioma Kogui) es uno de los cuatro grupos étnicos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Es el grupo que más ha conservado sus costumbres y no ha tenido mucho contacto con personas ajenas a su entorno.
Los ‘Kágaba’ como también se les conoce, son descendientes de los Tayrona y viven en los departamentos de La Guajira, Magdalena y Cesar. Habitan en bohíos, poblados familiares hechos con chozas circulares de hojas de palma y se dedican a la agricultura de subsistencia.
Visten túnicas blancas hechas por sí mismos con su mochila tejida en fibras naturales. También hablan su propia lengua, “idioma kogui”.
Máscaras sagradas ‘Kalguaxakue’ el inicio
De acuerdo con un estudio del antropólogo Iván Arrieta, en su página de Facebook, 'Taller Caribe', las ‘Kalguaxakue’ eran las últimas máscaras sagradas que tenían los Koguis para realizar su ritual de entrar al mundo de los antiguos, a los 7 mundos indescifrables para el resto de las personas.
Era misión del Mamo Benancio cuidar de ellas, pues las había mandado a guardar en unas cuevas ubicadas en la parte alta del río Palomino, donde los mamos aprendían a hablar con el rayo.
En el inicio de los años 70, los llamados ‘guaqueros’ se dedicaban a saquear todo vestigio de los antiguos habitantes de la Sierra Nevada de Santa Marta. Así que, se llevaban piedras, oro, tumbas, huesos, todo lo que podían vender en un creciente y tenebroso mercado.
Los ‘guaqueros’ se robaron las máscaras sagradas de los kogui, y el Mamo Benancio al conocer la noticia se fue a la loma de la montaña a consultarlas y a llamarlas. Duró tres días consultando sin comer nada, y al bajar cansado, fue a Dibulla, un pequeño pueblo a la orilla del mar donde habitaban campesinos y pescadores.
En ese momento, junto a él, 15 de sus familiares bajaron al pueblo y lo recorrieron por completo. Benancio no hablaba, en ocasiones cerraba los ojos y agitaba sus manos lentamente como jalando un cordel de pesca, esperaba un mensaje del viento.
Todos lograron llegar a dos viviendas de la única calle pavimentada del pueblo y al tocar la puerta en la primera vivienda, preguntaron por sus máscaras. Una señora vestida de manta colorida les dijo que ella estaba sola en la casa y que no sabía.
Mamo Benancio le dijo al grupo, que allí no estaban, que fueran a la otra casa. De ese último lugar salieron dos hombres descamisados y conflictivos, diciendo que no sabían de las máscaras, que se fueran.
El mamo les habló en su idioma y les pidió a los jóvenes de su grupo que le tradujeran su mensaje: “una máscara está en esta casa, pero solo hay una, la otra estuvo en la primera casa que fuimos pero ya no está. las máscaras deben estar siempre juntas, si se separan habrá muerte y desgracia entre ustedes”, sentenció.
Explicó que eran las últimas máscaras que les quedaban. “Otras que la precedieron nos la quitaron hace 60 años, se las llevaron a Alemania y allá hubo guerra y muerte. Lo mismo ocurrirá aquí. Primero vendrán tiempos buenos para ustedes de buena cosecha y baile. Se bañarán en dinero y oro. Pero ustedes no saben usarlas para luego retribuirles a los padres espirituales, sus verdaderos dueños”.
“Allí iniciará su desgracia, en las que caerán todos los hombres, jóvenes y viejos sin razón explicable. Devuélvanlas, devuélvanlas ahora antes que sea demasiado tarde”, le imploraba el mamo Benancio a los hombres, quienes de manera amenazante les dijeron que se fueran y no regresaran.
Desde ese momento las dos máscaras se separaron materialmente para siempre, cada una tomó un rumbo distinto. Duginavi, su padre, viajó del mundo postrimero en forma de gallinazo para venir en su búsqueda hasta llevarlas espiritualmente con él. Inertes, nunca nadie dio razón de ellas, lo mismo sucedió con quienes se las llevaron, con quienes omitieron sus palabras y con todas sus generaciones venideras.
Las máscaras en Alemania del siglo XX
Las máscaras que se encontraban en Alemania y, que nombraba el Mamo Benancio, fueron las que le antecedieron a las que tenían en su poder, en el siglo XX.
En 1915 el etnólogo alemán Konrad Theodor Preuss realizó un recorrido por Colombia y se llevó 246 objetos arqueológicos, entre ellos 133 objetos líticos de San Agustín y más de 113 objetos de la cultura kogui de la Sierra.
Entre esos estaban las máscaras sagradas que estaban expuestas en el Museo Etnológico de Berlín.
La exploración del etnólogo entre 1913 y 1914, fue financiada por la Fundación Loubat y, se prolongó debido a la Primera Guerra Mundial, por lo que regresó hasta octubre de 1919 y según los libros de historia arribó con cerca de 68 cajas con objetos arqueológicos y etnográficos de las distintas regiones que visitó.
*Con información de Iván Arrieta ‘Taller Caribe’